Voces de Chernóbil, crónicas del futuro
- Dulce Moctezuma
- 15 may 2020
- 2 Min. de lectura
11/08/2017 - Dulce Moctezuma
En la noche del 26 de abril de 1986 las fronteras de Bielorrusia se vieron envueltas en una de las catástrofes más crudas de la historia humana. Los fallos de la planta nuclear y la radiación que de ella comenzó a emanar, así como la incapacidad y carencia de conocimiento para conllevar una problemática de esta índole tomaron la vida de millones de personas e incontables ecosistemas.
No obstante, la catástrofe no terminó ahí, las secuelas de ésta se traducen en tierras infértiles, altos niveles de radiación en la población y miedo justificable a la reproducción y sobrevivencia poblacional. Hace tantos años ya del mítico, sensible y entrañable accidente en la planta nuclear de Chernóbil. Aquella amenazante radiación permeada de una invisibilidad inquebrantable y terrorífica que tensó a toda una generación, e incluso a todo un siglo, se encuentra ahora empolvada en un rincón del mundo, olvidada y rezagada como un fallo más causado por la ambición y egolatría tan característica del ser humano. El territorio es ahora una mancha de tierra y espacio en el mapa, completamente inhabilitado, como una lúgubre sombra de la historia que nadie quiere recordar.
La incertidumbre de un lugar abandonado hace cuestionar a más de uno la historia de éste, el intrigante trasfondo que esconde entre su tierra grisácea y su viento tan frío y ausente de calor humano. Este fue el caso de Svetlana Alexiévich, dedicada periodista que hizo una extenuante recopilación de testimonios para crear su galardonada obra polifónica Voces de Chernóbil (2015) donde logra plasmar la voz de aquellas personas afectadas directamente de la catástrofe. Los testimonios, lejos de helar la sangre, te hacen pensar que la realidad supera por mucho a la ficción, envolviéndote en una serie de emociones tan pútridas que te harán cuestionarte el porvenir y objetivo humano.
Gracias a la polifonía del texto, Alexiévich no solo logra poner en mesa de debate el sistema soviético y a toda la catástrofe en sí, sino que logra una nueva visión de la denominada “tragedia griega” que fue Chernóbil, una visión acusativa que pone en tela de juicio a más de un lector, el cual mediante la lectura de monólogos y coros, deja entrever las emociones vividas en la catástrofe tales como desamparo, amor, dolor, resignación, muerte. De igual forma, los testimonios al no limitarse a ninguna clase social u ocupación, dejan vislumbrar el doloroso hueco que Chernóbil ha significado para la sociedad, así como el mal manejo del poder y lo que éste significó para que la explosión de la planta fuera un hecho. Así pues, el trabajo periodístico de la autora nos da en conclusión, una parte del rompecabezas que es importante en demasía para poder comprender uno de los hechos que marcaron al siglo XX y que, hasta el día de hoy, nos persigue dentro de la historia como una nebulosa conformada de miedo e histeria colectiva.
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