Debajo del cielo, encima del mundo
- Dulce Moctezuma
- 15 may 2020
- 2 Min. de lectura
6/10/2018 - Dulce Moctezuma
Que maneras más curiosas de recordar tiene uno, que maneras más curiosas: hoy recuerdo mariposas que ayer sólo fueron humo, mariposas, mariposas que emergieron de lo oscuro bailarinas, silenciosas
-Mariposas, Silvio Rodríguez.
Es luna llena y hay una mariposa parada en el borde de mi ventana. Es completamente blanca, incluso más blanca que la luna. Te he esperado desde hace varias noches, sin embargo sé que no vendrás más nunca; pero me encuentro aquí en completo silencio observando a esta pequeña mariposa, cuyas alas son tan resplandecientes que, por un momento, olvido los ecos de tu voz que dejaste impregnados en lo más profundo de mí.
Tú, mi suave y pequeña mariposa, estás aquí junto a mi ventana. Suspicaz, altanera y misteriosa, solo mueves tus alas intentando decirme algo. ¿Qué es lo que quieres? ¿Quién eres? ¿Qué haces? Siento que te conozco de algún lado pero tal vez no quiero recordar. Tu cabecita es tan diminuta que me hace sentir enorme, como si esto fuera una mala ficción a la que no quiero pertenecer. Sé que no eres una simple mariposa postrada en mi ventana, eres más.
¿Perteneces a este mundo, palomilla? Porque no entiendo mi necesidad de contarte todo lo que ha pasado en este tiempo que has estado ausente. Ni si quiera tengo ganas de respirar, porque de hacerlo, podrías irte. Es curioso las formas que uno tiene de recordar. A ti te recuerdo regañándome por no lustrar bien los zapatos y abrazándome después de dejarme en la escuela. Recuerdo tus pies cansados, no estoy segura si de tanto caminar o simplemente por la edad. Volteo a ver a la mariposa y la forma tan lenta y pesada en la que mueve sus alas tiene la misma fuerza que aquellos pies. Estoy segura que esas alas pueden ser tu caminar cansado y que ese color blanco tan resplandeciente es el de tu cabello de algodón. Las pequeñas fibras de las alas brillan como tu sonrisa cuando me veías llegar, esa sonrisa que siempre dijiste que era falsa al igual que tu dentadura. Y sé desde que te vi postrada en la ventana que eras algo más, un mensaje, un augurio. Delgada y nerviosa estás aquí frente a mí, despidiéndote, recordándome que las lágrimas que derrame no serán más que fruto futuro, fortaleza. Llegó tu tiempo de volar y ser más hermosa que la luna; llegó el tiempo que despegues y te vayas del borde de mi ventana porque yo me quedo aquí, en esta vida terrenal y tú te vas a ser libre hasta llegar a donde te lleve una fina corriente de viento. Tu tiempo se convirtió en algo tan etéreo que es inexplicable, tu tiempo ahora es una mariposa.
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