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Catársis


Algún día de 2016 - Dulce Moctezuma

En más de una ocasión me he visto tentada a desechar todo, lanzar mi vida, pensamiento, consciencia y obligación por el retrete para regenerarme y comenzar de cero.


En diversas ocasiones me he llegado a conocer plenamente, con la única condición de estar en lo más profundo de la melancolía e insatisfacción con todo aquello que significo y hago. En más de una ocasión me vi a mi misma como un vil desperdicio y constante espina de todo lo que toco a mi alrededor, todo lo externo, todo lo bello.


He construido múltiples máscaras para evitar cada emoción, sentimiento o sensación, evitarme de explicaciones y elaborar todo un proceso para determinar una sonrisa que sólo la pureza del niño podría discernir entre lo falso y verdadero. Una y otra vez me vi tentada a despojarme de mis derechos y obligaciones para conseguir una coerción a todo dogma que se me imponga, ser disidente de todo lo que se me establezca con la única necesidad de buscarme y formularme un individualismo que me forje para toda la vida, creerme por primera vez mi única dueña con el único fin de encontrarme.


Pero hoy, hoy he decidido dejar el pesimismo en mi espalda sin otorgarle peso alguno, peso sobrevalorado. Dejar libre mi pensamiento a toda sensación que se aproxime sin intentar cubrirla con la misma monotonía y etiqueta que me caracterizaba como "una niña que siempre está feliz". Comprendí que el ser y el deber ser es un cuestionamiento tan personal que no vale la pena tratar de explicarlo, sino demostrarlo; alejarse de la evasión de sentimientos que a fin de cuentas seguirán siendo parte de mí por el resto de mi vida. A partir de hoy he procurado encontrar lo bueno en medio de mis divagaciones y abismos, porque sé que la esencia de la vida no se reduce a una falsa sonrisa, no se define por una estúpida risa y mucho menos se caracteriza por un simulado bienestar. Hoy he aprendido a elogiar a mi propia melancolía, arrullarla y recibirla como lo haría con la plenitud de mi felicidad.


Saber que mi vida es tan distinta hoy, que tengo toda capacidad de brincar, correr y caminar con tal felicidad por cualquier calle que nada me pueda opacar, puedo pensar en cosas que jamás creí, puedo ser capaz de crear todo un mundo paralelo a mi propia realidad porque mi realidad nunca es suficiente. Puedo sentirme con la misma velocidad que tiene un avión en lo alto del cielo, dejar aquella sensación de creerme una hormiga vista desde lo más alto del cielo y por qué no, crear mi propia altura y reafirmarla cada día. Porque hoy me siento capaz de encontrar la divinidad hasta en la más pequeña hoja caída, hoy creo en aquel ser que es capaz de convertir sus recursos naturales en edificaciones, un ser que es capaz de crear su propio mundo y decidir qué mirada otorgarle. Hoy me siento más libre al despojarme de aquellas cadenas, de aquellas máscaras, de aquellas piedras que me veía decidida a cargar día a día.


Hoy tengo la dicha de poder denominarme humano, poder mencionar mi nombre y darme cuenta de cómo mi pasado edificó mi presente, sin reprimir alguno de los dos. Hoy, al esbozar una sonrisa sé que es real y pura, sé que no tengo necesidad alguna de fingir. Sé que tengo la capacidad de crear toda clase de cosas, desde una expresión artística haciendo único uso del movimiento rítmico del cuerpo, hasta teclear un piano y concebir una melodía. Me enamoro, me enojo, me alegro, me siento. Me veo completamente decidida a sentirme y ha sido la mejor decisión que he tenido la dicha de vislumbrar.

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